martes, 7 de abril de 2015
Se dejó el corazón en mi casa con la promesa de volver a vernos. Aún no ha vuelto a por él, pero cada vez que lo miro suena Louis Armstrong y yo me acuerdo de sus pecas prohibidas, y de cómo memorizaba cada poro de mi piel. Cómo recorría mi deseo hasta perderse en mi locura. Cómo sus ojos se clavaban en mis pupilas susurrando al oído palabras que me llevaban fuera de este mundo y no me devolvían hasta varios días después. Creo que él también perdió el Norte y un cinturón después de aquel poema, pero no ha vuelto a amanecer y en mi casa aún sigue arañando el viejo tocadiscos de su corazón.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario