A mí no me regales un jodido vestidor.
Regálame una biblioteca justo en el centro de un desastroso salón
y ahí, apoyada en la pared deja mi guitarra,
esa que nunca aprendí a tocar, la eléctrica.
Déjame que sueñe con que lo sé hacer y presuma de ello,
tal y como sabes que yo hago,
tal y como sabes que yo soy,
sonríe desesperado cuando lo haga delante de tus amigos
y abrázame fuerte.
No necesito más. El resto, es todo tuyo.
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