Ojalá me hubieras roto el corazón en mil pedazos. Ojalá pudiera odiarte. Ojalá. Al menos así, tendría cómo tapar esta fuga de dolor que me sale a borbotones del pecho. Al menos así, no habría mariposas aleteando su locura en mi estómago al pensarte. Al menos así, podría olvidarte.
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