Cada vez que suelto el teléfono
me doy una bofetada,
para que se me quite
esa sonrisa de idiota.
Luego me paso
media hora
confundiendo
los acentos,
pero lo acabo consiguiendo
y sólo se me dibuja
una media sonrisa
en la cara,
que casi no se nota.
Pero casi.
Entonces
vuelves a la carga
y yo
ya no sé
cómo no besarte,
cómo no tocarte.
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