lunes, 8 de octubre de 2012

8 de Octubre. Hoy el autobús viene especialmente tarde. Espero como cada día pero más agobiada. He salido tarde de casa, tanto que me planteo regresar. No puedo, no debo. Tengo que empezar a hacer las cosas bien. Continuo esperando. El tiempo parece no pasar y su contestación no llega. Consigo entrar a duras penas en el autobús. Mi cabeza está tan perdida que siendo una de las primeras en ocupar el autobús en una fracción de segundo y sin a penas darme cuenta pierdo cualquier posibilidad de hacer un viaje cómodamente sentada. Me agarro fuertemente a la barra del viejo coche que ha venido a llevarme a un destino incierto porque no quiero que mi dignidad hoy acabe en el suelo una vez más y esta vez por culpa de un conductor temerario. Ni quiero, ni puedo, ni lo voy a hacer. Llego predeciblemente tarde, pero no me importa, porque ni si quiera quiero escuchar un conjunto de teorías sobre la relatividad y los átomos y demás teorías filosóficas que hoy empiezan a parecer absurdas con todo lo que tengo encima. Espero. Agarrada a un libro algo denso pero que me regalo una persona ciertamente querida, espero deseando que la lectura empape mis neuronas y dejen de derrochar ese líquido blanquecino que provoca pensamientos derrotadores y absurdos. No merece la pena, nada lo merece. Mi error fue creerlo. Mi error fue no escucharle y confiar a pesar de todo, confiar. Entregar el corazón y no importarme lo que le hicieran. Una vez más, me lo devuelven como un trapo mojado, arañado, sucio y mal cuidado. Un trapo feo, con remaches. Un trapo que ya ni si quiera sirve para nada. Un trapo usado. Creo que vuelvo a casa. Hoy no es el día y ni si quiera lo quiero cambiar. Los pasillos se vacían. Me quedo sola en medio de un palacio sin saber a donde dirigirme ni tan si quiera cuando moverme. Multitud de personas se dispersan en los cuatro laterales en los que se compone la inmensa habitación y desaparecen, no importa a donde. Me quedo sola y un inmenso silencio que casi hace eco inunda la habitación. Por primera vez no me pongo triste, lo asumo. Estoy cómoda aquí. Ya he estado más veces....

No hay comentarios:

Publicar un comentario