Le dejé marchar.
Hace ya demasiado tiempo.
Y lo he vuelto a hacer
por el mismo miedo.
Miedo al dolor
de no saber a qué.
Miedo a tener miedo.
A que me tiemblen las piernas de nuevo.
A no saber de ti
cuando las noches se hacen eternas.
Le he vuelto a dejar marchar
porque la soledad es más segura
que este vacío inmenso
que sé que dejarás
una vez desaparezcas sin más.
Y yo no pediré ninguna explicación.
Porque no me pertenecerás.
Y eso es lo que más amaré de ti.
Que sepas que no te pertenezco
y puedas vivir sin más.
La libertad.